Esta obra, sin rodeos, podría titulase «El problema estudiantil», ya que recopila los informes diarios clasificados que los agentes secretos de la Dirección Federal de Seguridad entregaban al ex capitán Fernando Gutiérrez Barrios, quien a su vez los reportaba a Gustavo Díaz Ordaz. La administración de Díaz Ordaz intentaba sofocar una historia que aún perdura, orquestando una emboscada -con todas sus agravantes- contra una multitud desprotegida de niños, jóvenes y adultos en un lugar cuyos habitantes simpatizaban con el movimiento estudiantil. Aunque se conoce lo básico, aún hay mucho por descubrir. Con esta premisa, el autor explora un terreno poco explorado: cómo los espías de Díaz Ordaz presenciaron y vivieron las expresiones de este crucial levantamiento del descontento de la sociedad mexicana, acumulado a lo largo de décadas. ¿Qué comunicaron los infiltrados en los círculos estudiantiles, docentes, padres de familia y líderes sindicales involucrados en el movimiento denunciado por Gutiérrez Barrios? Al sumar esta valiosa investigación a los estudios sobre el movimiento estudiantil de 1968, se plantea que esta cacería podría haberse evitado si se hubiera optado por el diálogo en vez del odio personal y el miedo a Díaz Ordaz, de manera inteligente y valiente. Se señala la participación, aún por determinar en cantidad y calidad, de personajes como Luis Echeverría Álvarez y Alfonso Corona del Rosal en la lucha por la presidencia. Agustín Ramos.