Día a día, diferentes figuras como políticos, profesores de economía, deportistas, empresarios, artistas y banqueros buscan persuadirnos de que la creatividad, las emociones y la imaginación son fundamentales para el desarrollo económico. Sin embargo, ¿esconde la retórica económica un modelo de persona que necesita ser moldeado y adaptado a las nuevas tendencias del mercado? ¿Esta saturación emocional no es más que una manifestación de una nueva forma de inseguridad y autoexplotación? Este libro explora cómo el activismo cultural neoliberal absorbe la semántica de las emociones, originalmente pensada para cuestionar los patrones capitalistas, mediante una compleja estrategia de desplazamiento cultural. La interrogante que surge es: ¿cómo nos ha afectado el capitalismo emocional?