Los drones son aeronaves manejadas a distancia que pueden variar en tamaño desde un avión comercial hasta un modelo más pequeño de aeromodelismo, e incluso existen nanodrones del tamaño de una mosca. Su uso ideal sería para misiones de rescate en desastres y otras operaciones civiles, pero actualmente varios países en guerra los utilizan para ataques militares. La ética de la guerra se basa en la distinción entre combatientes y civiles, así como en minimizar las consecuencias para la población civil al alcanzar objetivos militares.

En este libro se analiza el aumento del uso de drones en conflictos armados en Estados Unidos, Irak, Afganistán, Libia, Yemen y Somalia, especialmente por parte de la CIA, organizaciones relacionadas con el Pentágono y mercenarios reclutados por contratistas privados. Los operadores de drones de guerra observan múltiples pantallas y toman decisiones basadas en la información que reciben, decidiendo si un individuo es considerado un objetivo terrorista o no.

La guerra moderna implica buscar desde el cielo a posibles amenazas y en lugar de capturarlas para juicio, los objetivos son atacados con misiles, causando daños colaterales en ocasiones. La lista de personas que son consideradas objetivos por agencias como la CIA o las fuerzas militares es secreta y cada entidad tiene la suya propia. Se prevé que en el futuro los drones sean autónomos, identificando objetivos por sí solos y tomando decisiones de ataque.

El uso de drones plantea interrogantes éticas y legales, especialmente en situaciones donde grupos terroristas adquieran estas tecnologías o en caso de un conflicto similar a la guerra de Vietnam.